En enero de 2008, un inseguro aspirante a periodista de diecinueve años recorría las calles del centro de Madrid para realizar su primera entrevista a un personaje famoso. Se trataba de un trabajo de clase. El profesor, periodista que en sus tiempos mozos se había enfrentado a la misma práctica, había dado a elegir a cada alumno entre un personaje o un tema con el que realizar un reportaje. Al muchacho, que se acercaba a su destino desde la estación de Príncipe Pío, le había tocado una actriz veterana que, injustamente, había logrado en sus últimos años el reconocimiento que no tuvo a lo largo de su carrera, gracias a una ácida serie cómica que relataba los conflictos de una comunidad de vecinos, algo que en numerosas ocasiones alcanza tintes tan surrealistas como los de la propia ficción.
El reportaje alternativo eran las Injurias a la Corona, un delito muy en boga por entonces debido a la moda que se había desatado, principalmente en Cataluña, de quemar fotografías de la Familia Real, mucho antes de que reyes putañeros, duques ladrones, elefantes republicanos e infantas imputadas acabaran por hundir el prestigio de una institución tan corrupta como la propia España. El tema parecía interesante, pero a diferencia de muchos compañeros del muchacho, su personaje, Mariví, sí le concedió la entrevista.
Por eso se plantó en Madrid aquel soleado sábado de enero. Todavía no la conocía, ni había hablado con ella, pero ya suponía que todo iría bien. Desde el principio, desde que a través de la Unión de Actores consiguió el contacto de su representante, se había encontrado con una enorme amabilidad y disposición, una amabilidad que se mantuvo durante toda la entrevista, durante casi una hora en aquel coqueto apartamento junto al Manzanares.
-Es como si fueras uno más de mis nietos-. Dijo ella.
Antes de empezar la entrevista, sonó un teléfono móvil. Un inoportuno amigo llamaba al muchacho, momento que Mariví aprovechó para ir a por tabaco a otra estancia, a pesar de que tenía el paquete lleno. No era interpretación, la relación con los Ducados estaba impresa en su sangre desde los diez años, y acababa de cumplir setenta y ocho.
-Una vez dejé el tabaco, pero tuve que volver con él porque casi me muero. No había quien me aguantara. Mi hija me amenazó con no volver a visitarme si no fumaba de nuevo, así que me fumé, pin pan, diez de golpe.
Y así fue durante toda la entrevista, en la que cada cigarrillo fue seguido inmediatamente de otro. Como ya se ha dicho, acababa de cumplir setenta y ocho
años, y en su mesa tenía el último libro de Pérez Reverte, 'Un día de Cólera', regalo de su hija. También unas flores de la familia Guillén Cuervo, que lucían exuberantes en el salón, atestiguaban lo reciente del aniversario.
Hubo tiempo para hablar de todo, de la huelga de guionistas en Hollywood, de sus sueños de haber sido misionera, hasta del incipiente fin de ETA. De todo se podía hablar con ella y, en un visto y no visto, llegó la hora de poner punto y final, antes de que el joven entrevistador perdiera su Alsa de vuelta a Valladolid. El trabajo fue calificado con sobresaliente, como sobresaliente fue el cariño, la simpatía y la sencillez que demostró Mariví Bilbao aquella tarde.
Aquella fue mi primera entrevista, y siempre le estaré agradecido por ello.
Descansa en paz, Mariví.
Bonito recuerdo para todos los que estamos tristes hoy por la perdida de Mariví, gracias por compartirlo Juan!!!
ResponderEliminarGracias a ti por tus bonitas palabras, Rosa. Ha sido un placer compartir ese momento con todos vosotros.
EliminarEn los momentos más tristes y difíciles de mi vida, esta gran actriz siempre consiguió hacerme reir. D.E.P.
ResponderEliminarGracias Juan, un trabajo bien hecho y un buen recuerdo en tu carrera
Gracias, Rhodea, siempre nos quedarán esos mágicos momentos de humor.
EliminarEn mi caso, elegí un reportaje sobre las fuentes de Madrid, entre los temas propuestos. Luego, durante mi andadura, tuve la oportunidad de entrevistar a mucha gente interesante, que en buena parte, se están yendo en estos últimos años.
ResponderEliminarMariví, es una de esas personas a la que me gustaría haber lanzado mi cuestionario, pero no surgió. Por eso, me resulta interesante que tengas ese recuerdo de esta mujer singular.
Si, efectivamente, descanse en paz, la mujer que te regalo aquella tarde con su verborrea singular y cercana.
Fue una entrevista muy grata, hoy me alegro especialmente de haberla hecho. Un abrazo, tocayo.
EliminarGran homenaje destacando la cercanía y el buen rollo que transmitía fuera de su papel, siendo ella misma. Siendo la primera entrevista, puedo deducir lo especial que fue dar con una persona con la que poder estar cómodo. Desde aquí, te doy mi enhorabuena y te deseo una gran carrera periodística. ¡Quién sabe! Lo mismo acabamos siendo compañeros de profesión y podrás contarme con más detalle esa magnífica experiencia con esta increíble actriz a la que muchísima gente echará de menos.
ResponderEliminarUn abrazo,
Abel
Muchas gracias, Abel. Fue una experiencia muy especial, en efecto. Si sigues adelante con la locura de dedicarte a esto del periodismo, vivirás otras como ésta. Creo que es lo que hace tan bonita la profesión y hace que a pesar de la precariedad laboral que hay, haya tanta gente deseando dedicarse a ella. Un abrazo y muchos éxitos.
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