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Roberto Ruiz Antúnez y Juan M. Salamanca. Foto: J.M.S |
Normalmente, en este blog se pueden leer crónicas de las distintas presentaciones de 'En busca del hogar'. Sin embargo, esta vez no será así. No habrá crónica, sólo poesía, la de Roberto Ruiz Antúnez, que el pasado día 8 en Librería A Pie de Página de Valladolid convirtió esta novela de piratas en versos magistrales. No hay mucho más que decir, ni más adornos que poner. Simplemente, hay que agredecer a Roberto y a Dioni Arroyo su participación, a Enrique Señorans el abrir su casa a esta novela, y a todo el público asistente el acudir. Y ahora, disfrutad con 'En busca del hogar' hecho poesía:
¿Recuerdas
ese niño de Lorca?
¿Ése que quería cortarse el corazón en alta mar?
no desoigas
sus pasos recobrados
en realidad
es el pirata que todos llevamos dentro
déjalo salir
a la fiesta de los árboles
submarinos
donde los ahogados se van haciendo mayores
y acunan en sus brazos la fiebre de los muertos
dale la bienvenida a bordo de esos
galeones
que abren en canal
el vientre salado de las olas
deja salir a ese “enfant terrible”
que ama salvajes como un corsario
ése que juega con sables y diamantes
ese niño de plomo
que en su ciénaga
cultiva opio en ataúdes llenos de versos
primero
aprendes
el álgebra escondido de la leche materna
pero después
solo tienes oídos para la sangre
que corre
indómita
por los ríos para cesar al fin en
la patria desmemoriada y líquida
que es el mar…
no hay otro amor posible
es demasiado grande la habitación invertebrada
pintada de azul marino
deja salir a ese niño
aprieta su mano si es preciso
y acompasa su respiración entrecortada
no lo tengas preso
lejos de las mareas
hay una extremaunción en
cada viaje
que duele al
niño al hombre al viejo que tú eres
recuenta ponte a recontar
un abordaje
las moscas
proclaman la victoria democrática del escorburto
una mujer tahitiana que fornica
con un pintor de pelo rojo
la mancha negra que trae el
emisario
un astrolabio
un atolón perdido donde John Silver
o el capitán Turk
escriben su despedida
bajo una infinita baldosa de agua…
Roberto Ruiz Antúnez
NAUMAQUIA
dícese
del “Combate naval que como espectáculo se daba entre los antiguos
romanos en un estanque o lago”).
El mar es un espejo cóncavo. Eso lo tenemos claro, ¿no? Somos sus
pequeñas alucinaciones rojas. Sus perros que aguardan en el brocal la señal
desde el fondo del pozo. El mar. Me da miedo el perímetro de mi miedo. ¿Y por qué
voy a esconderlo si lo tengo? Tengo miedo, mucho miedo. Esto no es un juego,
nunca nadie dijo que lo fuese. Me abrazo a mi mismo y pienso en los millones de
seres humanos que desde siempre
han traspasado desnudos
de vísceras y huesos
el umbral.
No olvidar. Preguntarme antes de que llegue el odio por los
pájaros o por la lluvia y su forma lacerante de anegar las heridas. Preguntarme
por esa vieja que bajo su falda alberga
la cosmogonía que explica lo inexplicable.
Los barcos enemigos se aproximan por el amanecer
y la muerte canta hasta quedarse afónica
ella sabe…no nos engañemos, ella sabe… está al tanto de todo
sabe que la sangre guarda
un alfabeto de aullidos y desgarraduras
sabe
que el que vive trae el miedo
de donde quiera que venga
y eso es una confesión inculpatoria en toda regla
la batalla solipsista del yo contra el otro que también tiene
miedo.
La reyerta de los delfines
un acurrucarse en una esquina
y contemplar como nos mira el enemigo
con esos ojos
que ya no miran…
Roberto Ruiz Antúnez
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Roberto Ruiz Antúnez, Juan M.Salamanca, Dioni Arroyo y Enrique Señorans. Foto: Jesús Martín Sastre |