domingo, 13 de diciembre de 2020

Un siglo de Delibes

Al margen de las desgracias, este año 2020 que termina ha sido el año del centenario por el nacimiento de Miguel Delibes, una efeméride que si bien la pandemia ha robado protagonismo y hasta eclipsado en muchos casos, su confinamiento y sus restricciones han supuesto también una buena oportunidad para dedicar un tiempo a reencontrarnos con su literatura, donde se incluyen algunos de los títulos más importantes de las letras españolas, pero también otros a los que el olvido ha ido sepultando en estas décadas. Entre abril y diciembre de este aciago año, Europa Press Castilla y León ha lanzado cada domingo propuestas para redescubrir o, simplemente, recordar, al maestro Delibes. Todas ellas están disponibles en los siguientes enlaces:

Las guerras de nuestros antepasados, una novela para iniciarse en Delibes 

Los santos inocentes, los personajes "cumbre" de la pluma de Delibes

El hereje, homenaje de Delibes a Valladolid en su última novela

La sombra del ciprés es alargada, el debut de Delibes en la novela

El disputado voto del señor Cayo, la ácida reivindicación de la España vaciada

El camino, la novela en la que Delibes encontró su voz y estilos narrativos

Cinco horas con Mario, el monólogo de una viuda con el que Delibes esquivó la censura

Mi idolatrado hijo Sisí, una de las novelas más ambiciosas de Delibes

Señora de rojo sobre fondo gris, el homenaje de Delibes a su esposa

Las ratas, la lucha entre el bien y el mal a través de la denuncia social de Delibes

El príncipe destronado: el hijo desplazado, la guerra y sus vencedores y vencidos

Lorenzo, el personaje "más optimista" de Delibes

El humor epistolar de Delibes en Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso

El tesoro, enfrentamiento entre ciudad y campo a cuenta de un hallazgo arqueológico

La hoja roja, la entrañable compañía de don Eloy y 'la Desi' para salvarse de la soledad

Parábola del náufrago, el experimento literario de Delibes

Madera de héroe, el impacto de la Guerra Civil en la generación de Delibes

Aún es de día, la esperanza frente al desengaño durante la posguerra

La partida, el primer libro de cuentos de Delibes

Siestas con viento sur, relatos urbanos y rurales con la maestría de Delibes

Viejas historias de Castilla la Vieja, la nostalgia del emigrante que vuelve

La caza, la muerte o las diferencias sociales, temas delibescos reunidos en La mortaja

La bruja Leopoldina y otras historias reales, el Delibes más jovial, optimista y entrañable

La tierra herida, la preocupación ecológica de Miguel Delibes padre e hijo

La caza en Delibes: de La caza de la perdiz roja a El último coto

Seis libros para viajar a través de la literatura de Delibes

El Delibes periodista y su denuncia de la censura en la prensa durante la posguerra

Castilla habla, 32 coloquios con Delibes para atestiguar viejos oficios rurales en vías de extinción

Morris, la grajilla que inspiró la 'milana bonita' de Los santos inocentes

La generación literaria de posguerra a través de los ojos de Delibes

El Delibes futbolero contra el "súper profesionalismo y la táctica del cerrojo"

Los perros que compartieron su vida con Delibes, inmortalizados por su literatura

Castilla, su carácter y sus gentes en la literatura de Delibes

También un repaso a su biografía:

Delibes cumple cien años

¡Feliz lectura!

lunes, 6 de julio de 2020

Biblioteca de Verano 2020



Un verano más, incluso en este atípico 2020, Dioni Arroyo y Juan Martín Salamanca han acompañado con sus recomendaciones literarias a los oyentes de la Biblioteca de Verano de Hoy por Hoy, en Radio Valladolid de la Cadena Ser. Encuentra aquí el enlace a todos los programas:






miércoles, 11 de marzo de 2020

Castellano hasta en el morir

Tenía el Premio Cervantes, el más prestigioso galardón de las letras en español. Tenía el Premio Nacional de las Letras, el Premio Castilla y León de las Letras y hasta una medalla concedida por el Papa. Sin embargo, José Jiménez Lozano se ha ido sin hacer más ruido del necesario, de una forma sobria, austera, casi hasta ofensiva para su importancia --en plena crisis del coronavirus para pasar aún más desapercibido--, pero muy acorde con su forma de vida, la de un castellano de La Moraña en Tierra de Pinares. 

Tuve la suerte de que me recibiera un par de veces en su casa con una amabilidad y cercanía que hasta conocerlo en persona me costaba imaginar. Y pese a esa cercanía, con un respeto hacia los demás propio de las grandes personas, a las que ni los años ni los premios separan los pies del suelo. Hoy recuerdo la humildad con la que me narraba sus encuentros en Madrid, en su juventud, con las figuras de la literatura de entonces, o cómo me prevenía del riesgo que lo políticamente correcto supone para la creación literaria, advertencia que el tiempo sólo ha hecho que agravar y darle, una vez más, la razón.

Escribía sobre sus creencias, sobre su rebeldía cristiana, sobre Castilla y la mística que forjó su idiosincrasia, siempre poniendo la calidad por delante de lo comercial, quizá una de las causas de que su marcha no haya hecho tanto ruido como merecía y de que, sin embargo, haya sido considerado una de las grandes plumas en español.

Su muerte y funeral fueron propios a su carácter y su forma de ser. La presencia de algunas autoridades políticas --menos de las que deberían rendirle homenaje--, de medios de comunicación y de un cardenal acompañado de media docena de presbíteros, recordaba en la iglesia de Santiago Apóstol de Alcazarén que no se trataba de un funeral cualquiera, pero el ambiente general era el acorde al de un vecino que se ha ido. En silencio, mostrando el cariño y el respeto como se hace en Castilla, con emoción contenida y sin alharacas, según recordó en su homilía monseñor Ricardo Blázquez.

Su marcha me deja un regusto amargo por las oportunidades perdidas para haberle vuelto a visitar en los últimos meses. Por esos "para otro día" que ahora no tienen remedio, vayan mis disculpas donde quiera que esté y mi admiración por su forma de pasearse por la historia de la literatura. Sobran más palabras inútiles para quien sabía manejarlas mil veces mejor que yo. Simplemente, gracias, don José, por su amabilidad, su cercanía, y sus letras.

Descanse en paz, maestro.